Esperaría que no te asuste, este instante de sinceridad, mi corazón, vomita su verdad.
Es que hay una guerra entre dos, por ocupar el mismo lugar, la urgencia, ó la soledad.
La soledad fue tan sombría que, no te dejó encontrar tu naturaleza divina,
la urgencia ganó esta vez, dispuesta a penetrarte, prepotente y activa.
Por las noches la soledad desespera, por las noches la soledad desespera, y por las noches la soledad desespera, por las noches la soledad desespera.
Espera por tí, espera por él, espera por mi también, y por aquel.
Y con violencia sujeta su alma, a una brutal represión esperando apaciguarse, ó confía en el paso del tiempo como otra solución para encontrar la calma.
Pero te pone loco en las noches, rogando entrar en los confines mas oscuros. Después te arrodillas ante el amor maternal suplicando ternura.
Y que hace este angelito ahora, a las seis de la mañana, su vida al mastil de este naufragio,
A ver si alzando las copas foragidas viene del cielo de enfermeras, para lamer sin asco las heridas de amor.
Todos decimos nada. Todos nada de nada. Todos amontonados mirando el piso. Todos muertos de miedo a dormir solitos. Todos tenemos náuseas de amores cariados. Todos rifamos besos y tragamos sapos. Todos vendemos algo. Todos compramos todo. Todos alguna vez arruinamos todo... Todos comiendo papa, pogo y sanata. Todos amaneciendo con el alma rancia. Todos somos los dueños de nuestras mentiras. Todos nos voltearíamos a nuestras amigas. Todos somos más guapos cuando no hay nadie. Todos con el culito lleno de parches. Todos fregando el suelo de nuestras vidas. Todos pisando mierdas que nos asfixian. Todos sabemos lo que nos merecemos. Todos somos la paja de nuestros sueños. Todos lloramos contra algún inodoro por un amor pifiado que se hizo moco. Todos.
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