Todos decimos nada. Todos nada de nada. Todos amontonados mirando el piso. Todos muertos de miedo a dormir solitos. Todos tenemos náuseas de amores cariados. Todos rifamos besos y tragamos sapos. Todos vendemos algo. Todos compramos todo. Todos alguna vez arruinamos todo... Todos comiendo papa, pogo y sanata. Todos amaneciendo con el alma rancia. Todos somos los dueños de nuestras mentiras. Todos nos voltearíamos a nuestras amigas. Todos somos más guapos cuando no hay nadie. Todos con el culito lleno de parches. Todos fregando el suelo de nuestras vidas. Todos pisando mierdas que nos asfixian. Todos sabemos lo que nos merecemos. Todos somos la paja de nuestros sueños. Todos lloramos contra algún inodoro por un amor pifiado que se hizo moco. Todos.


Que sensación tan extraña, aquella que sentí, al escuchar tu corazón, que falsedad la que engaña, a todos ser aquel viejo salón. Por eso yo, ya no se que voy hacer sin tu amor, si no puedo escapar de esta llama, que incendia mi cuerpo. Yo, ya no intento descubrir que pasará,
si prefiero morir que aguantar lo que siento, todo lo que yo llevo lo llevo por dentro.
Que sensación tan extraña, llego sin avisar y acorraló mi corazón, que escondes dentro de tu alma, que me hace alucinar y hasta perder la razón.
Por eso yo, ya no se que voy hacer sin tu amor, si no puedo escapar de esta llama, que incendia mi cuerpo. Yo, ya no intento descubrir que pasará,
si prefiero morir que aguantar lo que siento, todo lo que yo llevo lo llevo por dentro.
Que me condenen a cien años, que me destierren si te beso, que me castigue Dios si peco, y grito a voces que te quiero. Que me condenen a cien años, que me destierren si te beso, que me castigue Dios si peco, y grito a voces que te quiero. Que angustia siento en el alma, pues tengo que callar, cuando en verdad quiero gritar. Que misteriosa la calma, se oculta en el umbral de mi ansiedad.
Y yo te dejo mis sentimientos, mis sufrimientos, entrego todo lo que tengo, guardado aquí en mi corazón. Lo que yo llevo por dentro.

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